El camino de regreso a casa.
El camino de evolución de la especie humana sobre la Tierra ha sido, si lo contamos en eones, muy corto, pero si lo contamos en años nuestros, ha sido largo. Sin entrar a discutir sobre el origen de nuestra especie, una vez en la Tierra hemos vivido cambios y creado transformaciones en nosotros y en nuestro entorno que nos han llevado hasta lo que tenemos hoy: Una humanidad cuya marca es la inequidad.
¿Cuándo nos distanciamos tanto los unos de los de los otros? ¿Cómo llegamos a vernos y clasificarnos desde nuestras diferencias en lugar de vivir nuestras similitudes?
Creo que la separación entre nosotros es una consecuencia de la desintegración progresiva del YO que somos. Nos hemos olvidado de lo que somos y a qué vinimos a la Tierra.
Esa desintegración fue paulatina. Creamos entornos a los que llamamos poblados y luego ciudades y dimos a luz la civilización que nos convirtió en humanos separados y clasificados por nuestro aspecto físico, nuestro color de piel, nuestras diversas habilidades y capacidades y así fuimos creando clanes, grupos, subculturas, tribus, creamos religiones, sistemas económicos y políticos que nos dividieron cada vez más. Fuimos creando causas y esas causas tenían amigos y enemigos. Los humanos divididos por limites inexistentes realmente, y los llamamos reinos, ducados, países y mil formas más de delimitación de fronteras. La propiedad privada, pertenecer a esta o aquella nación, esta o aquella religión, esta o aquella corporación o empresa, esta o aquella subcultura y así
sucesivamente fuimos perdiendo la identidad original de ser los seres humanos de la Tierra. Los sistemas clasificaron los individuos superiores e inferiores, definieron roles para hombres y mujeres. Dentro de una misma tribu o clan nos fuimos dividiendo hasta perder por completo la identidad del YO real. Ahora éramos ciudadanos de un país y teníamos derechos y deberes. Ahora nuestras aspiraciones fueron dirigidas por la cultura que creamos y nadie pudo escapar de la cultura. Ahora todos teníamos que hacer algo para sobrevivir en dicha cultura. Nos convertimos en esclavos de la cultura que creamos y cuando nacen nuestros hijos e hijas, ya tienen las marcas en sus genes, en su entorno de
lo que deben ser en la cultura en la que nacen. Nosotros mismos lo hicimos y lo aceptamos.
Hoy, el siglo 21 de nuestra era, todo está enredado. Los valores rígidos, los principios inestables, la inequidad rampante y la soledad del humano de la Tierra en medio de la multitud lo acosan y deprimen. Hoy están siendo mostradas las falencias de todos nuestros sistemas y la incertidumbre es la reina. ¿Qué sigue para nosotros los humanos de la Tierra?
Desde mi propia vida solo aparece una respuesta: La reintegración del YO. El YO que está repartido y fragmentado en muchos pedazos clama por su integración. El YO que se ha quedado enredado en la familia, los hijos, los deberes, el trabajo, el estudio, la competencia, la insufrible hegemonía del dinero sobre todo lo que podemos ser. La integración del YO es un largo camino por recorrer. Requiere la valentía del ser humano de la Tierra para tomar la decisión de cambiar. El YO sabe que hay mucho más sobre sí mismo. Hay mucho que ser, mucho que vivir, mucho que aprender, mucho que dar y mucho por recibir. El YO sabe que vinimos a la Tierra a expandirnos y no a contraernos. La Humanidad de la Tierra comienza a ascender hacia su origen en medio del caos y así debía ser. Desde el caos emergeremos con la sabiduría de la desintegración y de la separación total del Yo hacia su origen en la expansión infinita de todo lo que es y puede ser.
La integración del YO es el llamado del alma humana a reencontrarse consigo mismo y desplegar sus habilidades y capacidades mentales y espirituales. Es el único camino que encuentro desde mi mente en evolución. Es por ello que he creado este espacio para que compartamos nuestro camino de regreso a casa, a nuestro YO, en unión con el de YO de la Humanidad de la Tierra y con la Tierra misma que nos ha permitido este viaje de fragmentación. ¡Vamos compañeros y compañeras! Somos los humanos de la Tierra y nos merecemos más de lo que hemos podido crear. Hay mucho más por explorar desde otra consciencia más elevada, más armónica, más integrada!
Te abrazo desde mi ser en evolución que va anadando su camino de reintegración!